de 1980 "Toyota" patrocinó la Copa Intercontinental, y se definió a una sola final en Tokyo (JPN). Es así que el 11 de febrero de 1981, el C.N. de F. obtiene por segunda vez el máximo trofeo a nivel de clubes. En dicha final vence al Nottingham Forest (ENG) por 1 - 0 con gol de Waldemar Victorino. Vistió remera "adidas" blanca con las tres tiras sobre el hombro color azul y cuello tricolor, short y medias azules con vivos blancos y rojos. Los campeones fueron: Rodriguez, Moreira, Blanco, Enríquez, González, Milar, Espárrago, Luzardo, Bica, Victorino y Morales. D.T.: Juan Martín Mujica.
Un repaso a la historia
La Copa Intercontinetal, ahora extinta, se jugó desde 1960 hasta 2004 entre el ganador de la Copa de Europa y el vencedor de la Copa Libertadores de América. Inicialmente el formato de disputa fue de partido de ida y vuelta, y esto se respetó dentro de la primera década de juego.
Durante los 70's, la competencia entró en un terreno de irregularidad, debido a los clubes finalistas europeos se negaron a jugarla, ya sea por desinterés o por incompatibilidad de fechas. Así, la final Intercontinental muchas veces fue protagonizada entre el campeón sudamericano y el subcampeón europeo, o incluso, como en 1975 y 1978, no se llegó a disputar.
La voluntad de los dirigentes de Nacional era jugar la Copa
En 1980 Nottingham Forest había repetido el título en Europa, esta vez superando al Hamburgo de Alemania. Por nuestro lado, Nacional conseguía su segunda Libertadores tras derrotar en la final a Internacional de Porto Alegre en un estadio Centenario abrrotado. De modo que dirigentes de ambos clubes comenzaron las negociaciones para disputar la final.
Tras varias idas y vueltas, con viajes al viejo continente incluídos por parte de los dirigentes charrúas parab convencer a sus pares del equipo inglés, que se negaba a jugar la final, convenció por ambos bandos el ofrecimiento de la Federación Japonesa de Fútbol y la automotriz Toyota, quien sería el patrocinador comercial oficial de la Copa, imponiendo nuevas y simples condiciones.
La final pasaría a ser un único partido disputado en Japón, más precisamente en Tokyo, a fin de año, y ninguno de los clubes finalistas debía presentar en sus camisetas publicidad alguna, innovador recurso económico por esa época, a fin de evitar competencia con Toyota. Fue así que se llegó a un nuevo nacer para la Copa Intercontinental. Fundamentalmente convenció el aspecto económico, especialmente para los europeos, ya que así sí verían como un incentivo disputar la competición.
El "tricolor" pica en punta y hace historia en Japón
Nacional, que había llegado a Japón con bastante antelación, solo tenía dos modificaciones obligadas: Daniel Enríquez entraba por Hugo De León, transferido a Gremio, y Denis Milar reemplazaba a Eduardo de la Peña, quien no viajó por lesión. Por otra parte, el conjunto tricolor mezclaba la experiencia de jugadores como Espárrago, Blanco o Julio Cesar Morales con la juventud de Moriera, Bica y Victorino.
El partido disputado en el estadio Nacional de Tokyo, bajo el sol del mediodia del 11 de febrero, mostró a un aceitado Nacional, que se puso en ventaja cuando solo se jugaban 10 minutos. Tras una gran combinación de pases en el mediocampo, Moreira desbordó por la derecha y centró hacia el área chica para Victorino, quien, con gran habilidad, acomodó el balón en un toque entre dos defensores rivales para fusilar a Peter Shilton, famoso arquero del once británico.
Pese a que el club ingles contaba con un impresionante invicto de 42 partidos hasta este juego, no pudieron batir a Nacional, que se vió superado en el segundo tiempo, pero supo aguantar gracias a las grandes atajadas de su portero, Rodolfo Rodríguez, "el flaco". Así Nacional volvía a festejar un título internacional.
Como parte del patrocinio, Toyota premiaba al jugador del partido con un auto y agregaba un nuevo trofeo, que se entregaba junto a la Intercontinental. Waldemar Victorino, quien no, se llevó el auto y no era para menos. Con dos goles suyos, Nacional había obtenido las Copas Libertadores y ahora la Intercontinental de 1980. Víctor Espárrago, capitán del equipo, recibió el trofeo y lo mostró con orgullo a sus compañeros y al mundo fútbolístico, que se rendía a los pies del club charrúa.
Gracias a un gran equipo y la buena gestión de sus dirigidos, Nacional volvió a la máxima consagración de clubes de aquel entonces.
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