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La victoria en la competición doméstica en la campaña 1931-32 sació el hambre de títulos ligueros del Madrid. Esa solida roca que era el conjunto blanco con Zamora en la portería había obtenido su premio. Para la temporada siguiente, los blancos mantuvieron el bloque que le sirvió para conquistar la primera liga de su historia y, además, le añadieron sustanciales mejoras.
El nivel de exigencia de la afición madridista también era máximo en aquella época. El entrenador del campeón de Liga, Lippo Hertza, es señalado como responsable del fracaso en la Copa (el equipo merengue cayó en ese torneo ante un rival de segunda división. El encargado de sustituirle fue el inglés Robert Firth, un reconocido técnico al que también se le exigiría luchar por todos los títulos.Se da la curiosidad de que antes de la llegada del entrenador británico, la directiva blanca creyó conveniente darle la manija del equipo en el banquillo a un tándem formado por Santiago Bernabéu y Peris.
A un bloque defensivo histórico con Zamora, Ciriaco y Quincoces se le sumó durante el verano toda una estrella del fútbol español, que llegaba directamente del eterno rival: José Samitier, un catalán que triunfó con la camiseta blanca.
El fichaje de Samitier vino a suponer para los azulgrana, siempre salvando las distancias entre ambas épocas,una situación similar a la de Luis Figo. Como en ese caso, la estrella culé decidió coger el puente aéreo después de más de una década en ‘Can Barça'.
A la mejor defensa se le une un impresionante ataque
Si la anterior temporada había destacado por la gran labor defensiva de la escuadra merengue , en esta campaña 1932-33 se daría un paso adelante con la aportación ofensiva de hombres como Olivares, Luis Regueiro o Hilario. La defensa concedió únicamente 17 goles en 18 partidos, mientras que el ataque se anotaron 49 goles. El Madrid desarrolló durante todo el campeonato un fútbol vistoso y atractivo que tuvo como máximo rival al Athletic de Bilbao.
Los rojiblancos conservaban gran parte de su dinamita en la delantera. Hombres como Bata , Gorostiza o Iraragorri fueron capaces de marcar 63 goles en 18 partidos para ponerle las cosas muy difíciles a la escuadra blanca. Los bilbaínos pelearon el título hasta el final y llegaron a conquistar la Copa de España, venciendo en la final a los blancos por 2-1.
El ‘invitado' fue el Espanyol, un equipo que sorprendió al disputarle la competición a los dos colosos y que se mantuvo líder hasta el final de la primera vuelta.
El partido: Real Madrid-Espanyol
La segunda liga del Real Madrid comenzó a decidirse en el primer partido de la segunda vuelta ante el Espanyol en Chamartín. Los blancos eran conscientes de que la victoria les aupaba a la primera posición de la tabla , no cedieron y los goles de Eugenio y Luis Regueiro firmaron la victoria por 2-0. Los madridistas presentes en el histórico campo del club madrileño no dudaron en festejar el triunfo con palmas y vítores hacia los suyos.
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El jugador: Olivares
El fichaje de Pepe Samitier, un galáctico de su tiempo, podría hacerle merecedor del reconocimiento de mejor jugador de la temporada, pero eso sería obviar el enorme esfuerzo goleador del ‘Negro' Olivares, máximo goleador de la liga 32-33 y uno de los pilares del conjunto blanco. Sus 16 goles en 18 partidos fueron una cifra inalcanzable para los goleadores de Athletic y le convirtieron en el primer Pichichi madridista.
Con la mejor defensa y un notable ataque como principales argumentos del Madrid FC, el conjunto merengue se proclamó campeón de Liga por segunda vez consecutiva. Un trofeo luchado por algunas de las primeras leyendas blancas y que tardaría casi dos décadas en revalidarse. Hasta la llegada de Alfredo Di Stéfano.
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